Solo les recuerdo esto: en el fútbol, frecuentemente lo que se piensa no sale, lo que sale no se pensó, lo que se hizo bien resulta mal hecho y lo que se hizo mas hecho puede culminar en gol. Muy frecuentemente. (Dante Panzeri)
¿Cuántas veces escuchamos a algún jugador declarar el argumento “no, tuvimos suerte”; O cuando nos sorprendemos a nosotros mismos gritando “¡¡que culo, la puta madre!!” ¿y que decir de la tan mencionada “suerte de campeón”?
El azar cumple un rol insoslayable en el fútbol como en cualquier juego. No es un agregado, un accidente, sino que palpita en su propia sustancia. El fútbol es puro movimiento. Nada de lo otrora preestablecido puede asegurar que se plasme en lo concreto. La fortuna es el único imperativo. Althusser llamaba Clinamen a la desviación de los entes que se desplazan del carril de lo preestablecido lógicamente. En ese desborde y viraje de dirección involuntario, se producen colisiones, choques, que conforman nuevas acciones, sentidos y constituye unidades corpóreas. Lo aleatorio configura este movimiento. Podrá haber horas y horas de practica, análisis de videos, férreas concentraciones, pero en el fluir del juego, puede haber conexiones imprevistas, que deshagan en trizas todo lo previsto, ya que lo impensado desbarata cualquier intento de sincronía perfecta. El devenir del partido son las esquirlas del choque de dos espadas. Pero las efectuaciones de ese choque no tiene sentidos definidos. Puede tener intenciones pero su derrotero no responderá nunca a una cartografía diseñada a medida. Nunca olvidemos la lección de Bergon: el movimiento también tiene su movilidad…
Pero también nos hablaba Althusser de las afinidades de los elementos primarios y que estos condicionan a su vez los efectos de los choques y sus posibles derivas en el plano de lo real. Lo organizado es una plataforma desde la cual irrumpe lo azaroso. No es que el choque se da en el aire, sino es condicionado por un devenir previo (también oriundo del fortuito choque, y así hasta el infinito). Pensemos en los tiro libres. Puede un jugador contar con una excelsa pegada, practicar horas y horas, y ser una amenaza para cualquier equipo. Pero también le puede pegar al arco, dar en la barrera, quedarle en los pies a un contrario, que despegue una contra mortífera y terminar la jugada en gol. Como a su vez es indudable que un Riquelme o un Verón tienen más chances que miles de otros jugadores de traducir un tiro libre en gol.
Traigo el partido de Uruguay y Ghana. Impresionante. Les pido que vallamos directamente al final. Tiempo de descuento en tiempo suplementario. Cae una pelota en el área de Uruguay y la sacan de la línea una vez, vuelven a patear y Suárez la saca con las manos de la línea. Penal para Ghana y roja para el delantero. La chances de Ghana son enormes y el final de los charrúas esta casi sellado. Los jugadores de gana lo festejan como un gol y algo mas. Suárez sale de la cancha llorando, amarrándose la cabeza. Gyan se prepara para patear. Toma carrera y se dispone. Patea y… ¡¡da en el travesaño!! Muslera festeja enloquecido, besa el caño. Una repe muestra a Suárez ahora gritando y festejando mientras se seca las lagrimas. Los ghaneses se agarran la cabeza, Gyan esta desconsolado, al igual que los hinchas sorprendidos y frustrados detrás del arco. ¿Pateó mal? ¿esquiva suerte? Lo ya concebido como la derrota para Uruguay, por un golpe de efecto, una gota de lluvia, da vuelta el asunto y lo manda patas para arriba.
Repentinos cambio de animo por virajes de escenario. Bataille llamaba Plétora al modelar y esculpir las intensidades anímicas hasta alcanzar la plenitud y el éxtasis gozoso. Por un lado el entusiasmo por el penal para Ghana, y la expectativa de un triunfo histórico por otro; pero luego la frustración y el bajón total. Ahora el gozo es para Uruguay; y un alto placer por que como decía Freud, nuestra felicidad es mas alta cuando venimos de desdichas y no de una situación estable de bienestar. Nuestro cuerpo se regocija por contraste de necesidades libidinales. Es lo contrario de la seguidilla de campeonatos para un equipo y el consecuente aburguesamiento. Dicho claramente: Uruguay disfruta placidamente por que hace unos segundos estaba en el patíbulo…
EL azar influye y posibilita estos efusivos cambios de escenario y la intensa agitación de las pasiones, donde nada puede preverse a ciencia exacta. Eso diferencia el fútbol de las películas malas de pelea o acción: ya sabemos que el bueno que va perdiendo, al llegar al final, recuperará sus fuerzas y terminará ganando…
Vallamos con España-Paraguay. Penal para Paraguay. Preparado Tacuara Cardozo. Se abre la posibilidad de meter en semis a Paraguay; epopeya descomunal. Ejecuta Cardozo y ataja casillas. El jugador se agarra la cara, y atónito, comprende como le esquivo a la historia. A los pocos minutos, mientras la desazón revolotea en el aire, Villa se tira y hay penal para España. Ejecuta Xavi Alonso, un remate fuerte y arriba, a la derecha de Villar que va para el otro lado. Pero el arbitro guatemalteco lo hace ejecutar otra vez, por invasión de cancha (mínima, unos pasitos adentro ). Vuelve a patear y ataja el arquero a su derecha y abajo. Da rebote y le hace penal a Fábregas (que el juez no cobra) y Ramos patea la bocha que quedó vivoreando y la saca Da Silva de la línea.
Con estos acontecimientos, estos vaivenes de pantalla tan marcados, aparece mucho mas todavía lo que muchas veces escuchamos y decimos: eso de lo justo o injusto. Si El que tuvo mas chances de gol, el que mas toco la pelota, pierde, por que el equipo contrario emboco una contra, se dice que es injusto. Mas allá de los saberes previos, el trabajo en la semana, el devenir que abrieron los clinames, no es justo ni injusto. Es así, por que no hay nada previo que desplegar. Para meterla hay que meterla. Hay que estar preparado para lo imprevisto y las sorpresa que nos depara el partido -la intuición como el gesto corporal que se conecta con lo aleatorio. Estaba en un bar cuando termino Ghana-Uruguay y tira unos flacos de atrás: “che que bueno que gano Uruguay, pero Ghana jugó mejor”. Ese “pero” no tiene ningún sentido. Solo sirve para dar lastima y buscar alguna compasión. No se puede negar el trabajo, el esfuerzo, la preparación, pero, si estructuralmente el azar determina todo, no hay justicia ni injusticia en si. Lo que hay es movimiento, lucha. Un partido va para un lado u otro: es inocente devenir. No hay moral. Hay lucha, triunfos y derrotas, y por ende, fuertes y débiles. Aconsejados por Spinoza, podemos decir que algo es justo o injusto según nuestra ficción y sentido que le damos al juego y el partido. Si el devenir concreta nuestras expectativas y deseos nos brindara felicidad y será bueno, justo. Si no lo cumple, nos provoca displacer y diremos que es malo. Pero hay infinitas ficciones posibles, y el azar y lo aleatorio determina en ultima instancia el derrotero de la vida. Dios es puro derrotero azaroso y no imprime finalidades esenciales. Podremos practicar y entrenar, pero siempre algo puede estropear lo lógico para alcanzar nuestro objetivo querido.…
Pero es la otra paradoja de la suerte y el azar: algo que excede la voluntad y lo lógico, pero que nos podemos congraciar, seducir. Ahí las cabalas. El diego y sus invocaciones al barba, la pulserita en la muñeca (ni hablemos de Bilardo). También mencionemos los jugadores amuleto: los Palermo como máximo ejemplo. Tampoco nos olvidemos de la promesa. Un sacrificio en pos de algo a priori difícil por no decir imposible. El diego dijo que si salíamos campeones se ponía en bolas en el obelisco; ya salio Pepsi diciendo que se suman a su promesa, y si ganábamos el mundial se sacaba la etiqueta por una semana. La búsqueda del trafico de carisma por parte de las marcas. Un amigo, en cambio, dijo que si ganaba Argentina se amputaba una pierna…
Pero otra vez insisto: tampoco alienarnos y caer en fetichismos dogmáticos. El trabajo, los planes, como condiciones estructurantes y afinidad de los elementos son innegables y muy necesarios. A la suerte hay que llamarla, aunque a sabiendas de su inagotable crueldad, no sirva para nada. Cuando termina el partido de Uruguay, Tabárez lagrimeando, tira: “este equipo la verdad que no viene jugando bien, pero tiene algo, no sé que, pero hay algo que nos ayuda…” Finaliza España-Paraguay y Cardozo se tira al piso, destrozado, llorando, y se acurruca. Martino demacrado otorga una entrevista. Explica que fue un partido parejo, con oportunidades de gol repartidas. La cronista le pregunta “entonces, ¿fue infortunio?” “No, infortunio no, ellos tuvieron sus chances, las supieron meter y nosotros no…”
No hay partidos que se “tengan” que dar de una determinada manera. No hay lógica. Y si el azar impartió un hecho no esperado para alguien, no es justo o injusto “en si”. El fútbol es aleatorio y lo que depara en sus espontáneos choques y efectuaciones sorprendentes, podrá gustarnos o no, pero no hay algo que pilotee ese devenir. Podemos buscar simpatizar con el genio, agraciar a la diosa fortuna, pero solo esto no sirve para nada y puede lindar con lo ridículo. Sin trabajo y saberes, y la intuición y el coraje para enfrentar lo contingente, estamos en problemas. No hay justicias e injusticias a priori. Lo que hay son infinitas ficciones que luchan, ganan o pierden, y la justicia es determinada por la fuerza. Para la vida, que gane uno u otro, es algo absolutamente indiferente. No hay ningún dios que mueva hilos para uno ni para otro. No hay predestinación posible.
Termina el partido y los uruguayos y españoles irradian felicidad y alegría. Corren, se abrazan, ríen. Dieron un paso histórico: después de muchísimos años, están en las semifinales de la copa del mundo. Las cámaras los muestran, y nuestros ojos como millones de ojos en todo el mundo se posan en sus imágenes globales. Pero también hay algunos planos para los muchachos de Ghana y Paraguay. Los veo desconsolados, tristes. Pero son los perdedores, y sabemos que lo que seduce a las cámaras es el áurea de los ganadores. En un momento se enfoca por última vez el túnel. Van ingresando los jugadores de Paraguay y Ghana, y sus siluetas se confunden en la oscuridad. Cardozo y Gyan se van introduciendo, y los perdemos de vista, mientras ellos se preguntan por que los dioses los han abandonado.
Este es un blog que creamos para narrar nuestra experiencia mundialera. Partimos de una certeza: el mundial como acontecimiento global secuestra nuestros estados de ánimo (altera nuestra rutina cotidiana rediseñando los flujos de tiempo que nos ordenan socialmente. Se vuelve prioridad. Todo lo demás queda minimizado; si no nos es posible huir fisicamente de la rutina laboral-social, lo hacemos de manera mental...). Pues bien, en este blog colgaremos los partes diarios de ese secuestro. De esa abducción futbolera. Serán como las cartas desde Honolulu. Comentarios caóticos, o mas reflexivos, nuestros o de los amigos, recortes de diarios o imagenes de publicidades, todo puede colarse. Todo lo que deje la resaca de estas huidas afectivas. Asi como el mundial será la televisión encendida de estos días (las vuvuzelas de los sudafricanos son el zumbido que auspicia de banda sonora)...Este blog auspiciará de libreta de notas futbolera. Estan todos invitados a participar de esta alucinación colectiva (que otra cosa es un mundial?).
Una aclaración: este blog está hecho por varios, siempre la firma es colectiva , pero las posturas probablemente difieran...
Una aclaración: este blog está hecho por varios, siempre la firma es colectiva , pero las posturas probablemente difieran...
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